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Comunicación y Opinión

La indiferencia es complicidad

Muchas personas vemos horrorizados imágenes dantescas en las que asesinan cruel y vilmente muchos seres vivos. Me refiero a las matanzas y asesinatos a delfines en Japón, lobos marinos pequeños en Canadá, perros y gallos en peleas absurdas y criminales, ballenas,  muchas otras víctimas de la cacería brutal e irracional, corridas de toros y un largo etc;  incluyendo aquellos que perecen como consecuencia de una incesante e irracional contaminación: el calentamiento global.

Pero, nos hemos puesto a pensar que nosotros, los que deploramos estas actividades atroces  y que decimos respetar la vida en todas sus manifestaciones, que también  somos sin saberlo o sin haberlo meditado o, porque no decirlo, por indiferencia, cómplices de inhumanas prácticas.

 

Tomemos en cuenta lo siguiente: en el Ecuador, la mayor parte de la población comemos carne y no nos hemos puesto a pensar siquiera, en los sufrimientos terribles a los que son sometidos muchos animales que nos sirven de alimento, no voluntariamente por supuesto, pero que dan su vida por la “raza superior”. Existen camales clandestinos en todo nuestro país en los que se realizan estas masacres que atentan contra la vida y la dignidad de un animal que  está contribuyendo con nuestra existencia. Pero, mucho ojo,  hay también, camales legales de ciertos municipios  o de la mayoría que caen en estas sangrientas prácticas,  algunas empresas de alimentos, de cosméticos, de ropa, etc.

 

Militemos  por brindar una vida y muerte digna a estos animales que dan sus vidas a favor de las nuestras y más en la de los empresarios de estos sectores. Luchemos por que se acaben estos absurdos sufrimientos (cacerías, peleas, maltrato, comercio de animales silvestres, corridas de toros, camales despiadados, experimentación con animales de forma inhumana y salvaje, venta de pieles y artículos de seres vivos…), exijamos a los asambleístas leyes en pro del respeto a la vida, al ambiente y  drásticas sanciones a quienes atenten contra ella, recordemos que la indiferencia es complicidad. Denunciemos este salvajismo.  No compremos alimentos,  ropa,  ni productos que procedan de prácticas abominables como las mencionadas.

 

Francisco Garcés

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