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Comunicación y Opinión

Biocombustibles, egoísmo y acoso

Por Ania Fernández  /  Martes, 22 de Mayo del 2007 / 13:30:29  / afernandez@ahora

Hojear un periódico o navegar en Internet, actualmente,  puede sumir en una profunda depresión a las personas sensibles. Guerras, desolación, muertes, hambre, terremotos,  y conflictos, sin solución aparente, porque se basan en el egoísmo y la intolerancia. Miles preguntan ¿Cómo resolver el problema?, pero, pocos hacen lo correcto.

Detrás de cada situación escalofriante está el afán de lucro, sólo el 20 por ciento de la población consume el 80 por ciento de la riqueza. Países desarrollados comulgan con la protección del Medioambiente, sin embargo, no quieren perder un centavo, es cierto que algunos invierten en acciones de preservación, y eso es bueno, pero mejor es no contaminar.

Mientras, se aprecia la muerte de los arrecifes coralinos, especies de animales que nuestros hijos nunca conocerán, desaparición de las tierras cultivables, incremento de la desertificación y la sequía. Sin pecar de afanes apocalípticos la balanza se inclina  de forma negativa, sobre todo en estos días oscuros  que han puesto de moda la siniestra idea de convertir los alimentos en combustibles.

El maíz convertido en etanol, los residuos de ese maíz transformado en alimento animal, con un 26 por ciento de proteína, el excremento de ese ganado utilizado como materia prima para la producción de gas, pero, detrás de ello, cuantiosas inversiones sólo al alcance de los países ricos.

Sobre eso reflexionó nuestro presidente Fidel Castro y con  su acostumbrada sagacidad puso sobre el tapete que a base de mejores precios y un financiamiento a los países del tercer mundo, puede destruirse la ecología. Se incrementará  la producción, pero, ¿A qué precio?

Habrá que vender la materia prima a quienes tengan la tecnología y luego comprar el producto, al doble,  triple o... Es la ley del Gran Garrote, el acoso del “Carapálida”, para engañarnos, otra vez,  con cuentas de colores, con trueques de uno a mil.

La adaptación de los motores para usar biocombustibles, supone un costo de 100 dólares por cada auto producido, para un término de cinco años, como se fabrica en las sociedades capitalistas ¿Cuánto puede hacerse con ese dinero dentro de Asia y África?

Al producirse etanol de soya, maíz,  u otro alimento, habrá menor presencia de estos alimentos en los mercados internacionales y menos de sus derivados, como aceite de girasol, tortillas (plato básico de alimentación en Centroamérica).

Ya se dispararon los precios de los alimentos, porque esto trae una reacción en cadena.

Una experta de la Universidad de Barcelona dice que los biocombustibles se basan en una agricultura intensiva, esto significa aumento del uso de fertilizantes, más agresión al suelo, superiores gastos de combustible en traslado de la materia prima, además de las múltiples implicaciones ambientales.

Hace 15 años en su discurso en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, Brasil, Fidel Castro manifestó su preocupación porque una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer: el hombre.  Refirió la mejor distribución de la riqueza es la única vía para salvarnos de la destrucción, porque la presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados por sobrevivir, aun a costa de la naturaleza.

La producción de agrocombustibles no es una solución, es un negocio para los países ricos y una crisis para los pobres. Es irracional  que donde viven más de mil millones de personas en lugares sin disponibilidad de  alimentos, se utilicen estos para llenar los tanques de los automóviles.

En estos días donde leer un periódico o navegar por Internet deviene derechazo al corazón, cobran un vigor renovado las palabras de Fidel: “Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países, para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la tierra. Cesen los egoísmos, cesen las hegemonías, cesen la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo

Francisco Garcés 

 

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